Los cadáveres de un oscuro funcionario y una camarera aparecen una mañana en una playa de la isla de Kyushu. Todo parece indicar que se trata de un caso claro: dos amantes que se han suicidado juntos tomando cianuro.
Pero hay ciertos detalles que llaman la atención del viejo policía local Jutaro Torigai: el difunto se había pasado seis días solo en su hotel y en su bolsillo encontraron un único billete de tren; así que, seguramente, los amantes no habían viajado juntos. Enseguida se descubre también que el funcionario trabajaba en un ministerio en el que se acaba de destapar una importante trama de corrupción; el subinspector Mihara de la Policía Metropolitana de Tokio se hará cargo de la investigación en la que contará con la inestimable ayuda de Torigai.
A pesar de su extensa y prolífica carrera, llegando a escribir más de 400 novelas a lo largo de su vida, en nuestro país solo tenemos una obra de Seicho Matsumoto (1909 – 1992), publicada el año pasado, “El Expreso de Tokio”, considerada una de las novelas negras más importantes de Japón.
Matsumoto renovó en los años 50 las historias clásicas de detectives, siendo el mayor exponente de la llamada “la escuela de social” (Shakai), en la que se introdujo mayor realismo social al genero negro y oscureciendolo, se incorporo la critica social y política, la corrupción, se desarrollaban algunas de ellas en los bajos fondos, o tenían a los criminales como protagonistas,... y se dio mas importancia a la psicología de la historia y de los personajes.
“El expreso de Tokio” se publicó por entregas (algo típico de la novela japonesa) en una revista entre 1957 y 1958, con gran éxito, por lo que luego se edito de forma recopilatoria convirtiéndose en una de las novelas mas valoradas y vendidas de la época.
Como no, esta novela tiene los elementos característicos de la “escuela shakai”, proporcionándonos una sencilla (y clásica) pero minuciosa historia procedimental llena de intriga, donde la corrupción política, los bajos fondos, los juegos deductivos, el detalle, y la critica social, están presentes.
La trama perfectamente ensamblada y detallada como si fuera una maquina matemáticamente precisa y meticulosa (igual que los trenes japoneses que aparecen en la novela), se resuelve por medio del ingenio del detective que debe desmontar la cuartada del astuto sospechoso, y en concreto en se basa en los precisos horarios de trenes.
Curioso clásico, algo lento en cuanto a ritmo narrativo para mi gusto, imprescindible para conocer y adentrarnos no solo la novela negra japonesa, sino general, que va mas allá del típico relato detectivesco, al ser también un retrato costumbrista de la época, y al introducción temas de la “escuela shakai”. También sirve como muestra de la obsesión (y fanatismo) que despierta los trenes a los japoneses (por lo menos a una parte de ellos).
Puntuación 6.5/10
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