La Vida de Calabacín (Autobiografía de un Calabacín). Película

Cuando “La Vida de Calabacín” (como se titulará en España) se llevó el premio a mejor película y el premio del público en el Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy, no fue una sorpresa, pero si lo fue cuando se hizo con el premio en el Festival de San Sebastián a mejor película europea, no porque no sea una película de gran calidad, sino porque competía con grandes nombre ya consagrados, y reconozcámoslo, es una película de animación, algo siempre considerado menor y para niños.

La secuencia inicial de la película es impactante, nuestro protagonista Icare, un niño de nueve años al que todos llaman Calabacín, mata accidentalmente a su madre solitaria, alcohólica y maltratadora. Tras pasar por la gendarmería, es puesto a disposición de asuntos sociales y empieza su vida en el orfanato con otros niños que al igual que él, llevan una carga, han sufrido abusos, maltratos, abandonos,... El período de su adaptación es rápido, y pronto la soledad, el dolor, la intimidación y lo desconocido se convierten en un cómodo y agradable hogar, en un lugar y vida llena de alegrías, esperanza, amor y amistad.

“La Vida de Calabacín” en todo momento sostiene un tono bondadoso y compasivo ante las adversidades, donde se muestra lo bueno y malo de la vida y de la humanidad, donde se muestra un mensaje optimista y esperanzador, donde a pesar de presenta temas muy duros y delicados como el maltrato, los abusos, el abandono, la muerte,...  no cae en el melodrama barato. Un film critico socialmente que nos da una hermosa y mágica lección de amistad, solidaridad y esperanza.

Céline Sciamma es la guionista encargada de adaptar el libro de Gilles París, “Autobiografía de un Calabacín”, y lo hace mejorándolo, condensando a la perfección la agridulce historia pero manteniendo toda su esencia, su mensaje optimista y esperanzador, sus personajes entrañables, ingeniosos y carismáticos perfectamente caracterizados (incluso dotando al personaje de Simón de mayor profundidad y personalidad), y sin perder su sensibilidad y emoción. Incluso Sciamma proporciona mayor complejidad y profundidad a la historia original y  a sus personajes.

La historia está narrada desde el punto de vista de Calabacín, atreves de los ojos de este niño de nueve años, inocente y lleno de optimismo, por lo que la película crea un universo melancólico y mágico, no lo vemos todo negro y oscuro, sino como un mundo lleno de ilusión, ternura y dulzura.

Del resto de compañeros inadaptados perfectamente desarrollados, destaca Simón. Si Calabacín es todo fe, imaginación y colorido, Simón es todo lo contrario, pesimismo y oscuridad, el autoproclamado líder del orfanato, es a menudo el más frustrados por sus circunstancias y su alrededor. Entre todos los chavales se crea unos vínculos muy fuertes que van más allá de la amistad, a falta de una unidad familiar tradicional entre ellos se crea una gran relación personal de amor, lealtad y respeto, y es Simón quien lleva verdaderamente el peso, se comporta como un déspota y es arrogante, pero en el fondo es el hermano mayor de todos los niños, a los que protegerá y les dará ánimos para seguir adelante en esta vida.

La animación de stop-motion de la esta película llena de detalles es su gran punto fuerte, en concreto su estética y su diseño de personajes con enormes y expresivos ojos, con los que vemos el mundo de sus protagonistas. Su director, Claude Barras, quien debuta en el largometraje con esta película tras diversos cortometrajes galardonados, presenta un atractivo apartado visual muy personal y con cierto arte indie.

Puntuación 8/10